En la actualidad es común hablar de resiliencia, y este término nos lleva a la esperanza y a la transformación; de acuerdo a Simpson (2014) la resiliencia es la capacidad que permite a la persona superar las situaciones adversas y lograr una transformación positiva de la situación. Esta primera parte de la definición permite ver dos aspectos, el primero es la situación adversa y el segundo es la situación deseada. La segunda parte de la definición se refiere al proceso dinámico que el sujeto debe seguir en relación al medio en que se desarrolla; es decir que este proceso lo realiza la persona, pero en colaboración con agentes internos y externos.
Por otro lado, Barcelata (2015), en un estudio coordinado con la UNAM, ofrece una definición sumamente sencilla y dice que es “un proceso de adaptación ante la presencia del estrés y riesgo significativo” (p. 5). Considerando entonces que la persona debe ejercitarse en adaptarse continuamente tanto a los agentes externos como a los internos; sobre todo si se habla de adolescentes quienes están en continuo cambio.
Hay muchos detalles a lo largo de su vida en que nos enseñó a vivir con optimismo, con alegría; mujer que supo adaptarse a los continuos cambios políticos, sociales, culturales y educativos. Supo enseñar a sus religiosas el valor de la libertad interior, aunque fuera en contraposición con lo que otros opinaran; se mantuvo fiel y firme en sus ideales. Puede decirse con certeza que María del Refugio vivió en continua resiliencia, es decir en continua transformación de una realidad que parecía ser sombría en un camino de santidad iluminado por la Eucaristía y la Merced.
Esta es parte de la herencia de la Sierva de Dios, nos invita con su ejemplo, a mantenernos con esa capacidad de transformar nuestra vida en historia de salvación, a ser agentes de transformación para otros, llevando esperanza, alegría y optimismo donde más lo necesitan.
En la actualidad es común hablar de resiliencia, y este término nos lleva a la esperanza y a la transformación; de acuerdo a Simpson (2014) la resiliencia es la capacidad que permite a la persona superar las situaciones adversas y lograr una transformación positiva de la situación. Esta primera parte de la definición permite ver dos aspectos, el primero es la situación adversa y el segundo es la situación deseada. La segunda parte de la definición se refiere al proceso dinámico que el sujeto debe seguir en relación al medio en que se desarrolla; es decir que este proceso lo realiza la persona, pero en colaboración con agentes internos y externos.
Por otro lado, Barcelata (2015), en un estudio coordinado con la UNAM, ofrece una definición sumamente sencilla y dice que es “un proceso de adaptación ante la presencia del estrés y riesgo significativo” (p. 5). Considerando entonces que la persona debe ejercitarse en adaptarse continuamente tanto a los agentes externos como a los internos; sobre todo si se habla de adolescentes quienes están en continuo cambio.
Hay muchos detalles a lo largo de su vida en que nos enseñó a vivir con optimismo, con alegría; mujer que supo adaptarse a los continuos cambios políticos, sociales, culturales y educativos. Supo enseñar a sus religiosas el valor de la libertad interior, aunque fuera en contraposición con lo que otros opinaran; se mantuvo fiel y firme en sus ideales. Puede decirse con certeza que María del Refugio vivió en continua resiliencia, es decir en continua transformación de una realidad que parecía ser sombría en un camino de santidad iluminado por la Eucaristía y la Merced.
Esta es parte de la herencia de la Sierva de Dios, nos invita con su ejemplo, a mantenernos con esa capacidad de transformar nuestra vida en historia de salvación, a ser agentes de transformación para otros, llevando esperanza, alegría y optimismo donde más lo necesitan.